Cacela Velha.
Tierra de poetas y de magia. Sal y fuego entornados en la cima fortificada del XVII, situado en un altozano desde el que se domina, a vista de gaviota, el extremo oriental del parque natural da Ria Formosa, una sucesión de istmos y larguiruchas islas arenosas que discurre paralela a la costa a lo largo de 50 kilómetros, hasta la península de Ançao, cerca de Faro, formando un laberinto de agua, canales, caños, esteros, dunas y playas de 18.000 hectáreas.
Realmente, un paisaje maravilloso, idílico y bohemio. Detrás de cada callejuela hay un poeta. Discurren de esta forma por sus piedras, siglos de historia y literatura.
Capitaneada la aldea por su cementerio, que merece la pena visitar y en el que se descubren formas de enterramiento poco comunes, sus horarios quedan registrados en su fachada.
En la Cacela musulmana del año 958 nació Ibn Darraj al-Qastalli.
Sin embargo, su nombre quedaría unido para siempre al de Córdoba, como poeta oficial de la corte de Almanzor.
En su cancionero pertenece un poema, en el que, aun no citando expresamente a Cacela, ésta está presente en la evocación de esos lugares donde transcurrió su infancia.
Se dice, que en las noches de invierno, mezcladas con el rumor de las olas se escuchan los lamentos de los guerreros musulmanes entre versos de amor y odio, por las batallas perdidas.
Figuras ancestrales y fantasmagóricas que recorren las callejuelas de Cacela.
Aquellos tiempos ...
Diz à Primavera:
estende as nuvens do teu manto
e abre os teus véus
sobre os lugares onde brinquei
na minha infância.
Não me desiludas, Primavera
as minhas lágrimas vão no teu encalço
em longas vagas.
Mistura o perfume da minha saudade
a humidade das nuvens
para aspergires aqueles a quem amo.
Debruça – te sobre Córdova e estreita – a
como eu a estreitaria contra o peito
depois,
sobre os vales e colinas que são seus
espalha flores
que anunciarão através de ti.
Un buen lugar para visitar, soñar y por supuesto tomar un arroz típicamente portugués bañado en un vino verde de la tierra. Aunque a mi me encanta un sumol bien fresquito o una sagres helada. Productos típicamente portugueses.
En definitiva ...
Una visita obligada.
Me despido, como siempre deseando saludos terroríficos !!!!!
Os dejo con las fotografías tomadas este verano, son extraídas en la puesta de sol y en las horas más extremas de calor. Cuidado con don Lorenzo!!!!
Disfrutadlas!!!!
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