martes, 17 de diciembre de 2013

Cementerio militar de Yuste. El pescador y el soldado.

Era un día caluroso, agosto no quería ni deseaba dejar marchar el verano.
Estábamos aprovechando nuestros últimos cartuchos de las queridas vacaciones que ya se antojaban añosas y habíamos pernoctado en un lugar mítico a la vez que mágico; Yuste.
Un espacio emblemático situado en un paisaje espectacular con muchos siglos de historia a sus espaldas.

Tras visitar el Monasterio y conocer más sobre la vida del Emperador Carlos V, seguimos andando a la sombra y nos dejamos llevar por un sendero.
Finalmente descubrimos el final del mismo que sorprendentemente llegaba a un cementerio.

Lo primero que leímos fue una placa, en ella se decía lo siguiente;

"En este cementerio de soldados descansan 28 soldados de la Primera Guerra Mundial y 154 de la Segunda Guerra Mundial. Pertenecieron a tripulaciones de aviones que cayeron sobre España, submarinos y otros navíos de la armada hundidos. Algunos de ellos murieron en hospitales españoles a causa de sus heridas. Sus tumbas estaban repartidas por toda España, allí donde el mar los arrojó a tierra, donde cayeron sus aviones o donde murieron. El Volksbund en los años 1980–1983 los reunió en esta última morada inaugurada en presencia del embajador de la República Federal de Alemania en un acto conmemorativo hispano-alemán el 1 de junio de 1983. Recordad a los muertos con profundo respeto y humildad".

Nos quedamos absortos. Un cementerio militar alemán localizado en las proximidades del Monasterio de Yuste?

Parece ser que al tratarse de la última residencia de Carlos I de España y V de Alemania se decidió enterrar aquí a los soldados de procedencia germana caídos en ambas guerras.

Aunque claro, no deja de ser curioso...

El lugar en sí mismo no llama mucho la atención, cruces sencillas, de granito, en medio de un solar sin más adorno que la propia naturaleza.
Pero se siente algo más...
Es cierto que los hechos históricos hacen del cementerio un sitio excepcional, morboso y como siempre, los cementerios únicos guardan historias realmente sorprendentes y este cementerio, no es diferente al respecto.

Para conocer los hechos, debemos de salir de la península y llegar a la preciosa Isla de Cabrera.

Esta maravillosa Isla, posee un pequeño Castillo en ruinas, y junto al camino que lleva hacia él, existe un pequeño cementerio que sólo contiene dos tumbas: la de un pescador Mallorquín que se ahogó en sus costas, conocido como “En Lluent” y la de un aviador alemán abatido durante la Segunda Guerra Mundial.

Los hechos fueron los siguientes:

El 1 de abril de 1944, Joannes Bochler, piloto de la Luftwaffe, fue derribado cuando sobrevolaba aguas del Archipiélago de Cabrera abordo de su Me-109, por un caza británico de la RAF.

El cuerpo de Bochler fue rescatado y sepultado en el más estricto anonimato en el pequeño cementerio, sin recibir nunca la visita de sus familiares o amigos, ya que ninguno de ellos sabía dónde sus restos podrían descansar o todo lo contrario.
Evidentemente, debe de haber una razón por la que los cuerpos de estos soldados nunca se trasladaron a sus lugares de origen... Desde luego, nosotros nunca lo sabremos...
Y ahora, viene la parte que a todos nos entusiasma!

Cuenta la Leyenda, que el fantasma del alemán vagaba sin rumbo por las noches de Cabrera, su alma en pena lloraba por estar lejos de su hogar, sin sus seres queridos, y dicen que sus extraños gemidos parecían desear, cobrar su misma suerte a todo aquel que osara profanar su lugar de descanso, condenando al intruso a perecer en tierra extraña alejado de su hogar y de los suyos".

En 1982, casi cuarenta años después, los restos de Joannes fueron exhumados y trasladados, por una Organización alemana, al cementerio militar Alemán de Cuacos de Yuste en Cáceres.

En Cabrera todos pensaron que la maldición habría desaparecido, y que el alma del joven piloto había conseguido, ya por fin, el merecido descanso eterno al lado de sus compatriotas.
El caso es que se seguían escuchando gemidos y llantos ciertas noches de luna llena y además como venía sucediendo desde hacía tiempo, un ramo de flores seguía apareciendo misteriosamente en la tumba del aviador.

Tiempo después se supo, que el piloto británico que derribó a Bochler, conocedor de la historia y asiduo visitante de Mallorca, en un gesto de caballerosidad por su parte, recorría cada año la escasa distancia que separa una Isla de la otra para honrar al que un día le quitó la vida.
También cuentan que este hombre, tan singular, presentía que su compañero de guerra no se había marchado... Algo había fallado.

El hecho es que ...
Parece ser que por equivocación se llevaron los restos del pescador Mallorquín en lugar de los del piloto Alemán.

Ahora, no sólo sigue el fantasma del piloto vagando en la noche por los caminos de la Isla de Cabrera, sino que también hay otro fantasma desorientado y dando vueltas por tierras extremeñas, alejado de su mar...


Esta magnífica leyenda, se cuenta en la Isla de Cabrera. Puede ser verdad o no.
El caso es que los hechos son los hechos.
Y nosotros no somos nadie para discutirlos...


ST!!!!!



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