lunes, 22 de julio de 2013

Isidore Ducasse. Cantos de Maldoror. Una buena y genial alternativa. Lee !!!!

Hoy hablamos de seis cantos poéticos publicados en 1869, obra del escritor Isidore Ducasse, más conocido por su pseudónimo de Conde de Lautréamont.
Estos seis cantos, representan un hito en la literatura universal.
Son obra de un hombre de veintidós años al que la muerte se llevará apenas un año más tarde.
Se comenta que beben influencias de
Manfred de Lord Byron, el Konrad de Adam Mickiewicz, y el Fausto de Goethe.
De estas figuras retendrá, sobre todo, la idea de un héroe negativo, satánico, en lucha abierta contra Dios, aunque el estilo elegido finalmente tiene las características de la literatura épica. De hecho, cada uno de sus cantos está dividido en estrofas, con excepción del sexto y último, en donde se desarrolla una novela de una veintena de páginas que cambia el estilo hasta entonces adoptado.


Más de un exégeta se ha preguntado por el nombre de «Maldoror». Sólo sabemos que en la expresión pueden encontrarse las palabras «mal», y «aurora» u «horror», las dos últimas homófonas en francés (respectivamente aurore y horreur).
Yo diría ... Muy fantaterror !!!!;))

Mención aparte merece el ilustrador español Hernandez Palacios, con su adaptación de Les chants de Maldoror, y de modo muy especial la ilustración a toda página que abre dicha historia.
En ella verificamos una de las características del trabajo de Hernández Palacios: el recurso a la fotografía como técnica documental e inspiradora.

En definitiva, se trata de un libro de culto. Representante de toda una sociedad, que ante los tiempos en los que vivimos no nos queda otra que rebelarnos.
Una buena forma de hacerlo es leer.
La cultura siempre será más fuerte!.
Sin duda alguna, esto es un arma contundente, no os dejéis avasallar!!!!!
Leed y leed!!!! ;)))

Me despido, deseando a todos mis saludos clásicos y terroríficos !!!!










2 comentarios:

  1. Viejo océano de ondas de cristal… abundantes lágrimas humedecen mis ojos, y me faltan fuerzas para proseguir, pues siento que ha llegado el momento de retornar con los hombres de aspecto brutal; pero… ¡ánimo! Hagamos un gran esfuerzo y cumplamos, con el sentimiento del deber, nuestro destino sobre esta tierra. ¡Te saludo, viejo océano!

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